Me duele la realidad, me pesa, me carcome, me sublima, me confunde, me lleva a la cima y me desgaja en su barranca puntillosa, con piedras fuertes y enconadas que la pasar por ellas se meten en la piel y con simulada sonrisa rompen mi débil dermis.
Fue en octubre un leve vistazo y me tradujo una explosión en cadena.
La realidad me vuelve a poner en mi lugar.
Noviembre me hizo entrar en la locura, de no pensarla. Sólo que ella, vuelve y me ataca, me demuestra no es invisible, al contrario, se reservó para finales de año y golpearme con su presencia altiva.
Pero esta vez no lloré.
Tarde en digerirla.
Viene una más, no importa...
jueves, diciembre 07, 2006
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